CARACOLA
Caracola. chanclas
Cuando quiero oir el mar, escucho la caracola.
Cuando tu voz, el silencio.
Cuando tu voz, el silencio.
Estado en el que se encuentra un cuerpo cuando las fuerzas que actúan sobre él se compensan y anulan recíprocamente
Caracola. chanclas
Qué bonito. No sé si es tuya la cita pero se sale. Y qué bien suena nuestra mar ¿eh?
ResponderEliminarSaludos.
Una entrada muy bonita y que llega.
ResponderEliminarCon humor,a mi marido ni se le ocurre escuchar la caracola, por si acaso, siempre dice que hablo hasta debajo del agua ;)
Un abrazo
Precioso!
ResponderEliminarMe quedo por ahora con el silencio.
un abrazo.
durante el silencio lo importante viene a la cabeza..
ResponderEliminarQué bonita ...yo tengo una enorme adornando en mi cuarto de baño.
ResponderEliminarUna voz serena, si es comparable al silencio ¿no?
El otro día comentaba con Sylvia sobre los blogs coleccionistas de comentarios que tanto empezaban a abundar en la globosfera y que con una frase o dos, la mayoría de las veces carente de sentido literario o reflexivo hacían perder nuestro tiempo, que por desgracia en este mundo tan estresado, cada vez es más escaso.
ResponderEliminarPero mi querido amigo este no es tu caso, una porque tu blog está más orientado hacia la parte visual y fotografíca, y otra porque tu segunda frase tiene miga de cojones “cuando tu voz, el silencio”.
La interpreto de dos maneras; la primera que en el silencio es donde se encuentra la suficiente concentración para escuchar la voz de alguien querido o conocido, o como en mi caso en que los silencios son también una manera de hablar y quien me conoce, recordara a veces mi voz a través de ellos.
Unha apreta Chanclas, y a ver cuando nos tomamos unos vinos, antes de volver a mis tierras celtas.
Joder que bonito!!!!, con tan pocas palabras y cuanto transmiten ... y la foto me encanta, especialmente su iluminación suave y cálida.
ResponderEliminarun abrazo
Cuando era pequeña y vivía en los madriles tenia una pequeña caracola que me hacia estar en contacto con el mar (gracias por rescatarme su recuerdo), y en cuanto al silencio..a veces son dificiles, a veces son duros, porque precisamente dicen mucho, pero otras tantas son portadores de bonitos sentimientos que simplemente no se pueden expresar con palabras. Suscribo el Comment del capi, en toda su extension...TODA...incluidos los vinos...
ResponderEliminarQue en el silencio seas capaz de encontrar su voz, significa que la llevas bien dentro grabada, y que puedas llenar tu espacio con ella, es sencillamente, precioso.
ResponderEliminarSssshhhhhhhh...
Pecioso, de verdad, me quito el sombrero, tanto por la foto, como el mensaje..... (silencio total) un beso :)
ResponderEliminarÉ como se o mundo coubesse na palma da mão...
ResponderEliminarLa imágen es preciosa, me gustan esas caracolas, mi abuelo tenía varias y de niña yo andaba pegadas con ellas a las orejas, tratando de oir el mar, y muchas veces lo encontré ahí dentro. Una maravilla.
ResponderEliminarSabes lo que pienso cuando hay dos personas en total silencio? Pienso que sus manos hablan en vez de sus bocas, y es una bella conversación silenciosa. (bueno, depende las dos personas y el grado de cercanía, valga la acotación!)
Un gran abrazo
Anouna
Silencio.................
ResponderEliminarUn abrazo,
¿cuando esos vinos con el Capi?.
Pues sí, Älvaro soy el "culpable" de la cita.
ResponderEliminarUn abrazo, maestro.
Susan, seguro que tu marido prefiere escuchar tu voz que el silencio, incluso que el rumor del mar en una caracola.
ResponderEliminarPrefiero muchas veces el silencio. Me siento dueño del silencio aunque a veces él se convierta en mi dueño.
ResponderEliminarUn beso Pier.
Sí, Jordi, el silencio ayuda. ¡Cuantas veces buscas el silencio para poder oirte a ti mismo!
ResponderEliminarNo lo sé, Tesa. Probablemente supere al silencio.
ResponderEliminarHay estados de ánimo y estados de ánimo como hay voces y voces, ¿verdad?
Besos
Pues sí, es facil caer en esa tentación de publicar como si nos fuera la vida en ello, Fredo. Parece que si no lo haces "no estás".
ResponderEliminarEncantado en tomarnos unos vinos. A ver si es verdad. Día, hora y lugar. Y lo mismo le digo a esa librera encantandora que creo que te conoce, ya sabes la de la tierra de las mandarinas.
Un abrazo, Capitán.
Ángel, doblemente contento si te gustó foto y texto. Mágnifica esa miniserie de fotos de Paris. Ah, Paris¡ Vaya necesidad de cambiar de aires que hay por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo.
India, tú si que sabes.
ResponderEliminarPerspicacia se llama lo tuyo.
Gracias Cris.
ResponderEliminarSaludos.
Al menos uno se cree que es así. Un mundo a nuestra medida.
ResponderEliminarSaludos Caçador
Las caracolas, Anouna, me recuerdan a cuando era niño (de eso ya hace laaaargo tiempo aunque parece que fue ayer). Recuerdo que descubrí una en casa de alguién y me maravilló oir el mar en ella. Bendita ingenuidad.
ResponderEliminarEsta tiene un significado muy especial para mi porque era de mi hija y la guardo como si fuese de oro.
Un beso
Nano... cuando el Capi mande. Yo no tengo demasiado problema.
ResponderEliminarUn abrazo.
Coño!!!, que cosa mas bonita has dicho.
ResponderEliminarMe haces pensar que hoy parece ser que no tenemos muy claro la diferencia que hay entre el ruido y el sonido.El ruido nos deshace y el sonido nos congratula de nuestros orígenes.El sonido del viento,del fuego,de las olas,de la lluvia,son sonidos que escuchamos en un presente pero sentimos que es de un pasado remoto,cuando todavía estábamos allí.El verdadero curso del tiempo también está en los sonidos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Nunca tan pocas palabras, me dijeron tanto. Bella fotografía.
ResponderEliminarMil besitos!!!
Uno de mis tesoros son las caracolas que tengo, recogidas por mi tio Alberto en la playa Salvé. A veces oigo el mar, otras el latido de Dios. Un beso.
ResponderEliminarMe encanta, Chanclas ... y el silencio.
ResponderEliminarLa fotografía es un prodigio de texturas y rugosidades. Uno se siente "rozado" nada más verla.
ResponderEliminarUn saludo.
Con tanto silencio.....miedo da hablar, pero una no puede callar ante tanta belleza.
ResponderEliminarLa foto es preciosa, yo tengo una que no se oira el mar, pero....con su silencio oigo otras muchas cosas.
Soy de las que me gusta el silencio, dice tantas cosas. Precioso de verdad, besos :)
Antes, en otra casa diferente a esta tenía una caracola en la mesilla. Es una caracola muy grande y rosa. Me la trajeron hace muchísimos años de un viaje. Yo siempre decía que era mi teléfono con linea privada y directa con el mar.
ResponderEliminarHoy esa misma caracola está junto a otras en el baño, junto al agua. Y es mi conexión directa con el mar.
El silencio a veces también sucede en esas caracolas, sólo hay que estar atento para escucharlo...
Saludos
¡Coño Amelia, ya sé que no vivimos de cosas bonitas pero todo ayuda.
ResponderEliminarUn beso
Francisco, siempre es un placer leerte. Un comentario tuyo se convierte en un tema de reflexión.
ResponderEliminarUn abrazo
Mil besitos, Silvia.
ResponderEliminarLeon ... si tus caracolas son de la playa Salvé tendrán sonido de Alta Definición (antes se decía Alta Fidelidad, ¿te acuerdas?.
ResponderEliminarNo sé si te he dicho que me encanta tu blog.
Habrá que pasear por él a menudo.
Hache, ¡el silencio! A veces lo busco ansiosamente y en cambio otras huyo para no escuchar los pasos de la soledad.
ResponderEliminarGracias Enric. Bienvenido a este tu blog.
ResponderEliminarYa pasé por el tuyo y repetiré.
Saludos
Naia me gusta saber que andas por el blog. Agradezco tu comentario y comparto tu opinión sobre el valor del silencio.
ResponderEliminarSaludos
Camille eres una privilegiada. Línea directa con el mar. ¡Así cualquiera!
ResponderEliminarGracias por tu comentario.
Saludos
Magnífico caracol.
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